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¿En qué momento de nuestra historia perdimos el oremus?

Hace cerca de 10 años entrevistamos en “Zaragoza al día” a un joven músico que se hacía llamar “Muchacho Mochila”. Detrás de Riqui, como le llamamos sus amigos, se escondía Ricardo Igea, un músico con una curtida y dilatada carrera musical a sus espaldas,  capaz de vender en los años 90 más de 40.000 copias de sus primeros trabajos.

Riqui nos contó que en la estación de Atocha, volviendo recientemente de Madrid, unas jóvenes rumanas que apenas hablaban español le pidieron una ayuda para comprar un bocadillo, Riqui abrió su mochila y sacó los últimos tres o cuatro euros que le quedaban, se los entregó y ellas quisieron agradecérselo pronunciando varias veces “gracias muchacho”, “gracias Mochila”, “Muchacho Mochila”, una expresión que a Riqui le gustó tanto que se la quedó para dar nombre a su nuevo proyecto.
Y de esta forma, Riqui se reinventó en el canalla que invernó a Ricardo Igea y alumbró a “Muchacho Mochila”.

Aquella entrevista se nos hizo tan corta que le invité a las sucesivas tertulias de los viernes, pero en seguida comprobé que su ingenio, agudeza, sus ocurrencias, su cultura y su rapidez mental nos aportaban un punto de vista diferente, transgresor y fresco entre tanto postureo y más de lo mismo de lo políticamente correcto.

El “Muchacho Mochila” no dejaba indiferente a nadie y a nosotros no dejaba de sorprendernos. A las pocas semanas pensé que intervenir solo en las tertulias de los viernes era desaprovechar su talento y le propuse crear un programa a su medida, al estilo del mítico “La edad de Oro” de Paloma Chamorro, programas por cierto, que serían muy necesarios actualmente si de verdad nos propusiéramos evolucionar un poquito, para al menos intentar ir más allá de la idiotez mental y sequía cultural que nos invade.

Su rápida respuesta fue ¡Se llamará “El Diván de los búhos”! y la única condición que me puso es que no hubiera censuras de ninguna clase. Dicho y hecho, y así arrancamos “El Diván de los Búhos”.

A pesar del cartel de prohibido fumar y de mis ruegos en el estudio, conforme avanzaba el programa había momentos en los que no se divisaban ni los micrófonos a medio palmo debido al humo, y confieso que según los terrenos fanganosos por los que nos íbamos adentrando, yo sudaba tinta china, pasándolo a veces realmente mal, pero compensaba mucho esa excursión por los límites de los acantilados humanos. También se trataba de un reto para mí el hecho de poder comprobar in situ hasta donde estaría dispuesto yo a llegar en aras de conocer mi propio concepto y límites de la libertad de expresión, dado que, general y especialmente por estos lares, todos somos Manolete a toro pasado, y por supuesto, me negaba a claudicar ante la peor de las censuras; la autocensura, un reto que honestamente creo que superé y hoy me siento muy satisfecho y orgulloso de haberlo conseguido.

Acostumbrado a lidiar con los egos de los artistas en la penumbra que provoca la sombra de las envidias que planea sobre ellos, me sorprendió mucho comprobar al cabo de los programas, el cariño, admiración y respeto que sentían sus compañeros de profesión por Riqui y viceversa. Desde el primer momento, la principal y sincera preocupación de Riqui era dar voz y protagonismo a los invitados y colaboradores que cada semana se sentaban en nuestro Diván.

En su mochila nunca faltaban unas latas de cerveza que el mismo traía para obsequiar a sus invitados. Abría su mochila, colocaba una lata de cerveza al lado del micrófono del invitado, sacaba el librillo de papeles, una máquina de liar cigarrillos, ponía la mesa perdida de tabaco y tras una breve introducción musical minuciosamente seleccionada para cada programa, arrancaba con su peculiar “Bienvenidos al Diván de los Búhos”, concluyendo “el Diván” con una perorata en la que repartía a los agraciados elegidos de esa semana, un manojo de versos en forma de hostias como panes a diestro y siniestro.

Con Riqui, he comprobado que lo fácil en cualquier medio de comunicación es invitar a los tertulianos políticamente correctos de siempre y simplemente esperar a que el reloj avance, y que lo difícil, es invitar a gente auténtica para que se exprese en libertad deseando que el reloj se pare.

A mi juicio, Ricardo Igea, al igual que otros muchos artistas e incluso campeones del mundo de la tierra, no solo no son profetas en ella, sino que además son injustamente tratados, y como yo no quiero ser cómplice de los que pidieron quedarse tuertos para que sus paisanos se quedaran ciegos, cuando el genio de la lámpara les ofreció un deseo a cambio de conceder a sus vecinos el doble de lo que pidieran, he querido dedicarle hoy este artículo.

De la edad de Oro a… “El Diván de los Búhos”. ¿Dónde perdimos el oremus?

 

Alfonso de Campos

RPM Radio

 

Momento en directo de Nacho Estevez «El Niño» en «EL Diván de los Búhos»

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» ANTÍLOPE Y CHARLY TAYLOR

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» TODO EL EQUIPO CON THE BRONSON

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» CON THE FAITH KEEPERS

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» CON LÓPEZ BUENO

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» EN DIRECTO DESDE SALA CREEDENCE

 

PROMO «EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» CON «LOS GANDULES» Y SANTI REX

 

«EL DIVÁN DE LOS BÚHOS» DESCRIPCIÓN LITERAL EN AUDIO

 

«MUCHACHO MOCHILA»  CON «HOY ES SIEMPRE TODAVÍA»

 

NUESTRA ADAPTACIÓN AL CASTELLANO DEL TEMA «CORAZÓN DESTROZADO» INTERPRETADO POR «MUCHACHO MOCHILA»

 

EXCEPCIONAL DOCUMENTO DE «LA EDAD DE ORO». MOMENTOS DE PALOMA CHAMORRO CON LOQUILLO, POCH «DERRIBOS ARIAS», ALASKA, DIEGO MANRIQUE,  IÑAKI FERNÁNDEZ ,GLUTAMATO YE YE, ULISES MONTERO «GABINETE CALIGARI»…

 

 

 

 

 

 

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