El corazón de los aficionados croatas se detuvo en el Leipzig Arena mientras presenciaban el drama de su ídolo, Luka Modric, en un encuentro lleno de emociones y desenlaces amargos. El veterano centrocampista, aclamado como un héroe por su país, vivió una montaña rusa de emociones que culminó con un final devastador.
El encuentro comenzó con Croacia buscando la victoria desesperadamente ante una Italia que solo necesitaba el empate para avanzar en la Eurocopa. Liderados por Modric, los croatas dominaron la primera mitad, aunque sin concretar las oportunidades generadas. Fue en la segunda parte cuando Modric, en un momento de genialidad, abrió el marcador con un gol que parecía dar esperanzas a su equipo.
Sin embargo, la emoción se transformó en angustia cuando, tras fallar un penalti, Italia logró empatar en los últimos segundos del tiempo añadido con un gol de Zaccagni. El estadio, que en su mayoría era una marea de aficionados croatas, se sumió en el silencio mientras Modric, desde el banquillo tras ser sustituido, veía cómo se esfumaban las esperanzas de su equipo.
Para Modric, esta Eurocopa podría haber sido su despedida del escenario internacional. A sus 37 años, enfrenta preguntas sobre su futuro en la selección croata y en el fútbol de alto nivel. Aunque demostró destellos de su magia habitual durante el torneo, enfrentarse a rivales como Italia demostró ser un desafío que incluso el legendario jugador no pudo superar.
Los aficionados croatas, que durante años han admirado y aplaudido a Modric por sus gestas con la camiseta nacional y en el Real Madrid, expresaron su dolor tras la eliminación. Las lágrimas y los gestos de apoyo hacia su ídolo fueron el reflejo de la profunda conexión que Modric ha establecido con su país y con el fútbol en general.
Con este resultado, Italia avanza a los octavos de final mientras que Croacia, bajo la dirección de Modric, se despide de la Eurocopa con la cabeza en alto pero con el corazón roto.