Drag Kings: explorando la masculinidad desde el escenario del cabaret y la sátira

En los escenarios del transformismo LGTBI en España, cada vez más se abren las puertas a los ‘drag kings’, mujeres que adoptan expresiones estéticas masculinas para llevar al cabaret los códigos de la masculinidad de manera satírica.

Dos de los nombres más reconocidos en esta escena son Marcus Massalami, también conocida como Melisa Meseger fuera del escenario, y Faraonix, el alter ego drag de Marta Arán. Ambos comparten cómo sus identidades sobre el escenario no solo les permiten expresarse artísticamente, sino también sentirse más auténticos consigo mismos sin los confines de los maquillajes.

Para Marcus, su viaje hacia el drag king comenzó en el teatro, especialmente en obras clásicas, antes de descubrir la escena internacional del drag king y sentir que había encontrado su verdadero camino.

Faraonix, por otro lado, describe su comodidad con la etiqueta de «gender queer», que le permite fluir libremente sin etiquetas restrictivas. Aunque su personaje drag refleja una masculinidad marcada con perilla, cejas tupidas y tupé azul, reconoce que sus inicios fueron difíciles, incluso después de ganar un concurso de transformismo en Chueca, Madrid, debido a la falta de familiaridad del público con mujeres performando roles masculinos.

Ambos artistas destacan la complejidad de interpretar la masculinidad en el escenario, desafiando estereotipos y explorando diversas facetas de lo que significa ser hombre. Para Faraonix, este descubrimiento llegó durante la pandemia, cuando el encierro la llevó a experimentar con maquillaje y vestuario masculino, revelándole una nueva belleza y comodidad.

En un taller de drag kings, Marta aprendió a ajustar sus movimientos corporales para reflejar la masculinidad, descubriendo que muchos de estos gestos le resultaban naturales desde la infancia, pero que había aprendido a suprimirlos para encajar socialmente como mujer.

Ambos coinciden en que interpretar roles masculinos implica desafiar expectativas sociales profundamente arraigadas y que, en muchos sentidos, todos actuamos según normas de género que pueden ser cuestionadas y reinterpretadas a través del arte del drag.

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