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No me gusta que a los toros te pongas la minifalda

“Los medios de comunicación aragoneses se adhieren al decálogo para tratar las migraciones desde el punto de vista de los Derechos Humanos”,  este es el titular de una noticia recientemente publicada y sobre la que me gustaría expresar mi humilde pero discrepante opinión.

En primer lugar y para ser precisos, el titular debería de rezar “Algunos medios de comunicación…” porque obviamente no son todos, y en segundo lugar, personalmente creo que no es necesario adherirse a ningún decálogo para el buen ejercicio de cualquier profesión más allá del código deontológico y de la buena praxis.

Al respecto, decía Camilo José Cela que el periodista debe decir lo que acontece, no lo que quisiera que aconteciese o lo que imagina que aconteció y decir la verdad anteponiéndola a cualquier otra consideración y recordando siempre que la mentira no es noticia y, aunque por tal fuere tomada, no es rentable. Por tanto, el periodista debe ser independiente en su criterio y no entrar en el juego político inmediato.

Uno de los puntos del referido decálogo al que determinados medios de comunicación se adhirieron ayer miércoles indica que no hay que  hacer alusión a la nacionalidad de las personas, y llegado a este punto me pregunto por qué, ¿qué problema hay?, ¿acaso describir a una persona no debería de ser algo tan natural, sencillo y libre como determinar el sexo, edad, nacionalidad, raza, color del pelo, de la piel, si lleva tatuajes o no, piercing en la nariz o corbata, si mide dos metros o uno, el color del pantalón o la falda, si lleva gafas…?  Entiendo que se quiera proteger la identidad del presunto publicando solo las iniciales, todo el mundo es inocente hasta que no se demuestre lo contrario, pero… ¿qué pasa con todo lo demás?, ¿lo dejamos en manos de la autocensura?  

Y es que el marco de “desde el punto de vista de los derechos humanos…” abarca mucho y entraría casi todo, pero todo depende también del color del cristal con que se mire y nos acercamos a esa línea delgada imaginaria que delimita el término de la libertad de unos para que pueda empezar la de otros.

Un “no me gusta que en las noticias hagas alusión a la nacionalidad del detenido” me recuerda a Manolo Escobar cantando aquello de “no me gusta que a los toros te pongas la minifalda” y es que el problema no se encuentra en la nacionalidad ni en las minifaldas. En el ejercicio de la libertad de cada individuo, cada cual puede vestir como quiera, venga de donde venga y haya nacido donde haya nacido, el problema radica en que, al igual que antaño se creía que “la gente miraba “parriba” porque quieren ver tu cara y quieren ver tus rodillas”, algunos piensan que “la gente  quiere conocer la nacionalidad para fomentar el odio y el racismo”, y no es así, o mejor, no debería de ser así, pero aunque así fuera, el problema no radicaría en publicar la nacionalidad ni mucho menos en la propia nacionalidad, si no en quienes ven en esa nacionalidad, al igual que veían en aquellas minifaldas, un riesgo, o peor aún, una justificación de agresión por parte de terceros y es en esos terceros donde está el problema.

Hace unos días, un faldón en televisión delante de imágenes quemando contenedores en Barcelona preguntaba lo siguiente, “¿Justifica el paro juvenil la violencia en las calles los últimos días?, pero por Dios!!! ¿Se imaginan ese mismo faldón en pantalla preguntando si determinada circunstancia, fuera la que fuere,  justificaría agredir a una mujer?, qué barbaridad, ¿verdad?, pues la misma barbaridad que la anterior, porque nada, nunca nada, justificaría jamás la violencia.

 

Alfonso de Campos

RPMRadio

Los medios de comunicación aragoneses se adhieren al decálogo para tratar las migraciones desde el punto de vista de los Derechos Humanos

 

 

 

 

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