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Postureo

Permítanme exagerar llevando el ejemplo al extremo para que se entienda perfectamente lo que les quiero contar.

Imaginen a un agricultor arando sus tierras, imagíneselo dándole a la azada con aspecto aseado y perfectamente vestido con su traje y corbata de Armani, gemelos de Loewe, pelo engominado, zapatos de Louis Vuitton, pañuelo a juego, tirantes, un peluco de oro… vamos, lo que se conoce como un San Luis yendo a una boda, pero cavando la tierra.

Como la imaginación no conoce límites, imaginen ahora que tal situación, ha sido provocada debido a que una televisión llamó hace unos días al referido agricultor, con la idea de preparar un reportaje sobre la recolección de la cebolla, y el buen hombre, desconocedor del medio, decidió contratar los servicios de un asesor de imagen.

Surrealista y exagerado, ¿verdad?

Pues a mí todavía me parece mucho más surrealista y exagerado, ese “postureo” que observamos cada día, en situaciones reales y de normalidad, de muchos políticos que evidencian el resultado de los asesores de imagen que contratan.

Y es que con la excusa de sacar el máximo provecho al aspecto de los políticos que los contratan, para que se sientan bien y seguros de sí mismos, los asesores formatean el archivo que ejecuta la personalidad del individuo y programan el cerebro instalando un software que ellos mismos diseñan. Los asesores de imagen logran crear una pantalla, a modo de escaparate, que proyecta una imagen que nada tiene que ver con la real, ni siquiera escapa el más mínimo detalle, más allá de lo que nos quieran hacer ver y creer. Cada pormenor está minuciosamente estudiado e impostado y no hay sitio para la espontaneidad ni la naturalidad.

Los asesores de imagen disfrazan y distorsionan la realidad del ser humano, puede hasta resultar cómico ver a un político sudar el tinte del pelo por su cara, pero es realmente triste y patético que perdamos cualquier posibilidad de conocer la auténtica forma de ser que se esconde detrás de quien pretende ganarse nuestra confianza, sin filtros, a través de su manera de expresarse, hablar, gesticular, vestir, de comportarse y/o de reaccionar ante cualquier imprevisto…

Tiempos de selfies, pantallas, apariencias, falsos “me gusta”, abrazos y besos virtuales a través de emoticonos, posturas de cara a la galería, corazoncitos, unicornios y demás prótesis de gente varada en instagram, facebook, whatsapp… Generaciones que nacieron enredadas en las redes sociales, que no conocieron nuestros tiempos y que nunca sabrán lo que se perdieron.

Una lástima que tengamos que claudicar, involucionar y adaptarnos a tiempos en los que la motivación es la apariencia, en lugar de continuar avanzando juntos, por aquellos caminos que iniciamos los que tuvimos la suerte y el privilegio de poder salir de noche en los 80 o de viajar hasta la playa en un Dyan 6, destartalado y sin cinturón, escuchando a Golpes Bajos, Parálisis o la Mode.

Alfonso de Campos

RPMRadio

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