Probablemente estemos ante un caso que pone de manifiesto que la sociedad está enferma y necesita ayuda.
Óscar D., de 48 años, se encontraba conduciendo el autobús de la linea 23 cuando comenzó a sentirse indispuesto por lo que se vio obligado a llamar a la empresa para que alguien se hiciera cargo del autobús, pero al parecer la única respuesta que encontró fue que en ese momento no había nadie disponible y que continuara el servicio.
Oscar continúo conduciendo el autobús hasta llegar al final de Grancasa, desde allí llamó de nuevo a la empresa, pero la respuesta fue otra vez que todavía no había nadie y que se quedara ahí o continuase sin coger pasajeros hasta el paseo de Pamplona donde habría un inspector.
Y así fue, Oscar dedicó las últimas horas de su vida a llegar con su autobús hasta el paseo de Pamplona donde le esperaba el inspector que se hizo cargo del vehículo. A continuación, Oscar se fue solo y caminando hasta el Hospital Provincial, donde falleció.
Oscar D. falleció el día 3 de octubre pero inexplicablemente su familia se enteraría el día 4, 22 horas después y no a través del hospital, sino a través de un compañero que tuvo que comunicar la muerte a su familia y acudir con el hermano del fallecido al IMLA para reconocer el cadáver, todo ello según recoge la revista del sindicato Entalto.
Demasiadas preguntas en espera de respuesta.