LEONEL MORALES EN EL AUDITORIO DE ZARAGOZA

El pasado lunes tuvo lugar un acontecimiento sin precedentes en la Sala Mozart del Auditorio de Zaragoza. No solo se iniciaba, tras la pandemia, el XXIII Ciclo de Grandes Solistas, sino que se presentaba en exclusiva en España el piano Gran Cola fabricado por la empresa China Yangtze River. Y el responsable de tal acontecimiento no podía ser otro que el Maestro Leonel Morales.

El concierto fue retransmitido además para todo el país asiático, por lo que millones de personas recibieron un concierto cálido, apasionado y rico en contrastes, gracias a la gran sonoridad del piano y a la forma tan personal de interpretar de Leonel.

Esta empresa ha conseguido en un tiempo récord crear un piano de una calidad excepcional para lo que, en otras ocasiones, se han necesitado décadas de estudio y diseño sonoro. Su sonoridad es inmensa, la acústica brillante y la mecánica responde rápida y poderosa, por lo que nos encontramos con una maravilla de la tecnología; un instrumento capaz de satisfacer con creces a cualquier intérprete de música, sea clásica o contemporánea.

Y para demostrarlo, Yangtze River ha apostado por Leonel Morales como artista exclusivo para España. De origen Cubano y nacionalizado en España desde los 25 años, es profesor en el Sommerakademie de Salzburgo y en la Universidad Alfonso X el Sabio de Madrid. Ha ganado multitud de concursos internacionales y ha participado con orquestas de gran prestigio mundial, como la Nacional de España, la Nacional de México, la Sinfónica de Valencia o la Sinfónica de Hamburgo. Director Artístico y Fundador del Concurso internacional de piano María Herrero, el Concurso internacional de piano de La Rioja y el Concurso internacional de piano Compositores de España, Leonel Morales tiene todo lo necesario para elevar las partituras de los grandes compositores a un nivel divino, mayor que humano. Y esto los Chinos también lo saben…

Con un aforo completo, teniendo en cuenta las limitaciones del Covid19 y con unas medidas de seguridad perfectamente acometidas por parte de la organización del Auditorio, lo que garantiza poder seguir consumiendo cultura de una manera completamente segura, comenzó el concierto.

Su repertorio incluía la Sonata Nº 23 en Fa menor Op. 57 “Apassionata” de Beethoven y la Sonata Nº 3 en Fa menor Op. 5 de Brahms.

Ludwig Van sonó admirable. El leitmotiv de su afamado Allegro Assai, con el que empieza la obra, me ofreció una clara visión de lo que estaba a punto de presenciar. Sin necesidad de usar la partitura y solo confiando en su prodigiosa memoria musical, llevó la obra a un nivel muy equilibrado. Apasionado a veces, como es lógico y esperado en esta obra y también muy delicado en los compases que así lo requerían. Pero por encima de todo y en todo momento interpretando con una gran y exquisita solemnidad, autoridad, tal y como el carácter y la personalidad de Beethoven requieren.

Del mismo modo acometió la “densa” composición de Brahms. Y es que me perdonen las autoridades musicales y el genial compositor, pero para mi gusto, de los genios de las tres Bes, Brahms es el único que siempre se me ha atragantado un poco. No obstante, el Maestro Morales me lo hizo bastante más digerible. Mucho más rítmico que otras veces lo había escuchado y con un contraste más marcado y también muy tierno entre armonías y diferentes melodías. Teniendo en cuenta los cuantiosos cambios de carácter que Brahms incorporó a la composición, Leonel fue capaz de marcar a fuego los momentos más dramáticos que el compositor imaginó y compensarlos con situaciones gráciles, prácticamente etéreas y con matices casi subliminales que hicieron de la Sonata una auténtica delicia para los sentidos.

Y es que la técnica de Morales está elaborada con mucha inteligencia. Es el maridaje perfecto entre el sentimiento, la emoción y la técnica. Leonel es capaz de llevar el concepto de la dinámica musical a un lugar desconocido. Los cambios de fortíssimo a pianísimo o viceversa, en combinación con el exquisito empleo del pedal de resonancia, transportan al oyente a un nivel mucho más que el esperado, mientras que los armónicos cobran su protagonismo, flotando en el aire. El virtuosismo es una capacidad de solo unos pocos músicos. Pero combinar esta destreza con un empleo mucho más que correcto de la esperada dinámica y el uso magnífico de los pedales, eso ya son cualidades que solo los mejores intérpretes de piano del mundo poseen. Y sin duda, Morales es uno de ellos.

Con un público cálido y respetuoso hacia el Maestro, como siempre lo es cada vez que tiene la gentileza de regalarnos su presencia en el Auditorio de Zaragoza en uno de sus conciertos, éste también fue perfecto. Tras acabar su repertorio y ante el insistente aplauso de los que ahí estábamos, nos obsequió con cinco perlas más, transposiciones incluidas. Entre ellas, para mí destacaron una preciosa composición de su Cuba natal, en sus momentos más difíciles y para finalizar una genial interpretación de “Malagueña” del también Cubano Ernesto Lecuona que nos hizo vibrar y estoy convencido que también emocionó a su multitudinario público Chino, amante incondicional de este tipo de piezas andaluzas.

En definitiva, un concierto para recordar que Leonel volverá. Y ahí estaremos, como siempre.

Jesús Aparicio

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