El reciente ataque de Hamás a Israel ha sorprendido a muchos por su alcance y complejidad, marcando un evento sin precedentes en la región. A menudo comparado con los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, este asalto se distingue por su sofisticación y coordinación.
El sábado, Israel fue testigo de una lluvia de cohetes que marcó el inicio de este inusual ataque. Posteriormente, numerosos grupos de combatientes de Hamás, organización considerada como terrorista por múltiples potencias mundiales, se reunieron en varios puntos de la frontera, desafiando la creencia de que esta zona era impenetrable.
«Se trató de un ataque altamente sofisticado que involucró ataques desde el aire, tierra y mar», explica Ian Parmeter, historiador e investigador del Centro de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad Nacional de Australia. «Este tipo de operación seguramente requirió meses de planificación, lo que plantea interrogantes sobre por qué la inteligencia israelí no lo previó».
El reciente conflicto entre Israel y Hamas ha generado una respuesta enérgica por parte de ambas partes. Israel, en su reacción al ataque, declaró la guerra y lanzó la «Operación Espadas de Hierro», dirigida a aproximadamente 500 objetivos de Hamas y la Yihad Islámica en Gaza, lo que lamentablemente ha resultado en la muerte de cientos de personas.
El Ministerio de Defensa de Israel, Yoav Gallant, anunció un «asedio total» a Gaza, cortando el suministro de electricidad, alimentos, combustible y agua. Las Fuerzas de Defensa de Israel han pedido a los civiles de Gaza que abandonen sus hogares por razones de seguridad.
El conflicto entre israelíes y palestinos es de larga data, remontándose a décadas antes de la fundación de Israel en 1948. Las tensiones han escalado este año, con un alto número de víctimas en ambos lados. Gaza, un territorio habitado por cerca de dos millones de palestinos, quedó bajo el control de Hamas en 2007 después de una breve guerra civil con Al Fatah, una facción rival palestina.
Desde entonces, Israel y Egipto han impuesto un estricto bloqueo a Gaza, lo que ha llevado a la descripción de Gaza como una «prisión al aire libre» por parte de Human Rights Watch. La situación ha resultado en altos niveles de pobreza y dependencia de la ayuda humanitaria para gran parte de la población de Gaza.
Hamas e Israel han librado varias guerras en el pasado, la última en 2021, que duró 11 días y causó la muerte de al menos 250 personas en Gaza y 13 en Israel.
El ataque reciente se produce casi 50 años después de la Guerra de 1973, cuando los países árabes vecinos de Israel lanzaron un ataque sorpresa el Día del Yom Kippur.
Hamas es una organización islamista fundada en 1987, que se opone a Israel y se niega a mantener relaciones con el país. Hamas ha reivindicado numerosos atentados contra Israel y es considerada una organización terrorista por varios países, incluidos Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
El apoyo de Irán a Hamas ha sido un tema de preocupación. Israel afirma que Irán proporciona a Hamas alrededor de $100 millones al año, y el Departamento de Estado de EE. UU. ha señalado que el grupo recibe financiación, armas y entrenamiento de Irán.
El conflicto actual ha llevado a preocupaciones sobre una posible guerra regional más amplia. Estados Unidos ha desplegado activos militares adicionales en la región para disuadir una escalada y ha enviado un grupo de ataque de portaaviones al Mediterráneo oriental. Israel también se encuentra en estado de guerra con Líbano y Siria, lo que aumenta la posibilidad de que se abran nuevos frentes en el conflicto.
Hezbolá, un grupo extremista respaldado por Irán en Líbano, ha elogiado el ataque de Hamas y afirma estar en contacto con grupos combatientes palestinos tanto dentro como fuera de Palestina. Además, ha realizado ataques en respuesta a la situación.
A medida que este conflicto continúa, la situación es volátil y llena de incertidumbres sobre su desenlace y sus implicaciones regionales y globales.