Reflexiones en la era de la desinformación: Del humor de los Años 80 a la sensibilidad en las Redes Sociales

Vivimos en una época marcada por la proliferación de desinformación y noticias falsas. En mi época, los rumores eran lo más peligroso: «se dice, se habla, se comenta…» Sin embargo, los bulos, noticias falsas y titulares engañosos han ganado terreno de manera abrumadora. Actualmente, es difícil distinguir la verdad de la mentira. Lo peor es que, al navegar por las redes, uno puede encontrarse con afirmaciones sobre eventos o personas que pueden parecer irrelevantes. Debido a esa aparente falta de importancia, tendemos a asumir que son verídicos sin verificarlos, lo que nos lleva a la confusión constante.

Además, el anonimato que ofrecen las redes sociales permite que muchas personas se comporten de manera irrespetuosa, similar a los matones de la escuela que aprovechaban la distracción del profesor para lanzar proyectiles de granos de arroz soplados en canutos de bolígrafo. En las redes, parece que todo está permitido, y cualquiera puede dañar la reputación de alguien con solo retuitear rumores o lanzar insultos sin fundamento, respaldados por el escudo del anonimato. En la actualidad, parece que ningún chiste sería aceptable para todos; cualquier comentario sacado de contexto podría interpretarse como una burla u ofensa y convertirse rápidamente en el epicentro de una humillación pública imposible de controlar.

Ni las letras de canciones de los años 80, ni los sketches, monólogos o chistes de cualquier clase y mucho menos de humor negro pasarían el escrutinio de aquellos que buscan aplicar criterios de corrección política. ¿Es esto lo que realmente queremos?

Es lamentable, pero creo que si las personas se identificaran a través de su DNI, muy pocos se atreverían a expresar sus opiniones de manera tan imprudente ni a criticar los chistes con argumentos infantiles. Ni siquiera el gran maestro Gila pasaría hoy en día esta censura tan absurda. Es imposible imaginar a Gila relatando las guerras de una manera tan disparatada en estos tiempos. Y no me refiero a la guerra en sí, que siempre ha existido, sino a estos tiempos de personas con la piel tan fina que se ofenden por cualquier cosa.

Si las redes mostraran un rostro real o un DNI, al menos podríamos debatir sabiendo con quién estamos hablando, lo que podría ayudar a aclarar malentendidos, debatiendo «cara a cara» y no en esa clara desventaja de «cara a fake.»

Los que nacimos en los años 60 y principios de los 70 hemos sido muy afortunados de vivir la época de libertad de los años 80. ¿Te imaginas hoy en día un grupo llamado «Los Toreros Muertos» o las letras de las canciones de Siniestro Total y de tantos otros grupos de la Movida? Honestamente y en mi humilde opinión, algunas letras, como «Ayatolah, no me toques la pirola» o «Todos los ahorcados mueren empalmados» y un largo etcétera, resultan infinitamente más inocentes, didácticas y divertidas que muchos estribillos de temas actuales que contienen mensajes machistas que cosifican a la mujer e incitan a la violencia. Sirva de ejemplo este verso extraído del tema «4 Babys» de Maluma, «Siempre me dan lo que quiero Chingan cuando yo les digo ninguna me pone pero”, o «Si sigues en esta actitud, voy a violarte, hey, comienzo contigo y te acuso de violar la ley, así que no te pongas alsadita, yo sé que a ti te gusta porque estás sudada» de «Contra la Pared» de JIGGY DRAMA. Resulta curioso que, sin embargo, las que persiguen para censurar, las que molestan, sean siempre de Loquillo, Hombres G, Mecano…

¿Hemos perdido el sentido del humor y la tolerancia, o simplemente el Norte?»

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