En la pequeña localidad ecuatoriana de Picoaza, los residentes tomaron una decisión política bastante inusual. Eligieron a una cabra como su alcalde honorario. La cabra, llamada «Cacareco,» fue votada por un amplio margen en una elección simbólica que se llevó a cabo como una forma de protesta contra la corrupción en la política local.
Los habitantes de Picoaza estaban cansados de la corrupción y la ineficiencia en la gestión gubernamental, por lo que decidieron hacer una declaración. En lugar de votar por candidatos reales, eligieron a Cacareco, una cabra que vivía en el pueblo. La elección de Cacareco fue una declaración simbólica de la insatisfacción de la comunidad con los políticos tradicionales.
Aunque Cacareco nunca asumió funciones reales de gobierno, su elección llamó la atención de los medios de comunicación y generó un debate sobre la política local y la necesidad de un cambio. Aunque esta elección fue única y curiosa, subrayó la frustración de la comunidad con la clase política y destacó la importancia de la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas.