Con la llegada de las primeras cerezas al mercado, se inicia la temporada de fruta dulce en Aragón, una región que destaca por su producción frutícola a nivel nacional. Aunque se espera una campaña «normal» en términos de producción, con alrededor de 700.000 toneladas de fruta de hueso y 250.000 toneladas de pepita, los agricultores se enfrentan a desafíos tanto climáticos como de mano de obra.
El clima, siempre impredecible, es motivo de preocupación para los fruticultores. A pesar de unas condiciones climáticas favorables hasta ahora, con suficientes horas de frío y lluvias oportunas, persiste la inquietud por la posibilidad de tormentas de granizo, lluvias torrenciales y olas de calor durante la temporada de recolección.
Además, los precios en origen no cubren los crecientes costos de producción, y el mercado muestra signos de debilitamiento en el consumo, afectado por las variaciones de temperatura en los últimos años.
Sin embargo, el mayor desafío para los agricultores es la disponibilidad de mano de obra. Se estima que se necesitarán entre 15.000 y 20.000 trabajadores para la recolección, pero muchos agricultores temen no poder contar con suficientes manos para la tarea.
Las empresas de trabajo temporal también enfrentan dificultades para encontrar trabajadores adecuados, ya que el trabajo en el campo no resulta atractivo para muchos. Además, la falta de viviendas adecuadas para los temporeros dificulta aún más la contratación, ya que muchos trabajadores rechazan ofertas de empleo por la falta de alojamiento.
A pesar de estos desafíos, la mano de obra extranjera sigue siendo fundamental para llevar a cabo la recolección de la fruta en Aragón. La mayoría de las personas que responden a las ofertas de trabajo son de países como el norte de África, Europa del Este y Sudamérica, lo que refleja el escaso interés entre la mano de obra nacional en este tipo de empleo en el campo.