Restricciones en riego en la margen derecha debido al desagüe de embalses en el Pirineo

La gestión del agua en Aragón presenta un escenario dual: mientras los embalses del Pirineo están casi desbordados y deben liberar agua para hacer frente al deshielo, en la margen derecha del Ebro la situación es más crítica, con reservas escasas y restricciones en el riego.

El embalse de Mequinenza, uno de los principales contribuyentes a la reserva de agua en la cuenca del Ebro, se encuentra actualmente cerca del 75% de su capacidad, marcando una mejora con respecto al año anterior. Sin embargo, en la margen derecha, la escasez de lluvias ha dejado embalses como el de Calanda y Santolea con niveles alarmantemente bajos, al 30% y 33% de su capacidad respectivamente.

Esta disparidad en la disponibilidad de agua se traduce en la necesidad de ajustar los periodos de riego para los agricultores de la cuenca del Guadalope, quienes han tenido que extender los intervalos de riego de dos a unos 20 días. Aunque el embalse de Caspe ofrece algo de alivio, la incertidumbre persiste, especialmente en lo que respecta a las segundas cosechas, cuya viabilidad depende en gran medida de las precipitaciones primaverales.

José Fernando Murría, presidente de riegos del Guadalope, expresa su preocupación por la situación, subrayando la importancia de una gestión cuidadosa y la esperanza de que la llegada del mes de mayo traiga soluciones con la conexión del bombeo desde el embalse de Caspe. Sin embargo, la incertidumbre persiste y la necesidad de lluvias sigue siendo crucial para el futuro de la agricultura en la región.

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