El jefe del Estado Mayor de Israel, Herzi Halevi, ha reconocido que el ataque contra un convoy de la ONG World Central Kitchen (WCK) «fue un grave error», destacando que no fue «intencionado» y que «no debería haber ocurrido».
Según Halevi, el ataque no fue llevado a cabo con la intención de dañar a los trabajadores humanitarios de WCK, sino que fue el resultado de una identificación errónea durante la noche y en medio de una guerra, lo que complicó las condiciones. Tras el anuncio del fin de la investigación preliminar, expresó su pesar por el daño involuntario causado a los empleados de la ONG y compartió el dolor de sus familias y de toda la organización.
A pesar de que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, se disculpó por el «trágico» ataque y lo describió como «no intencionado», asegurando que su Gobierno está en contacto con los países de las víctimas y hará todo lo posible para evitar que vuelva a ocurrir, la indignación internacional ha crecido. Joe Biden, presidente de Estados Unidos, llamó al chef José Andrés, fundador de la ONG, para transmitirle sus condolencias por la muerte de siete trabajadores en el ataque y expresar su apoyo a los esfuerzos humanitarios de WCK.
Biden se mostró «indignado y con el corazón roto» por la muerte de los trabajadores humanitarios y exigió una investigación rápida y transparente sobre el incidente. Criticó a Israel por no haber hecho lo suficiente para proteger a los trabajadores humanitarios y a los civiles en Gaza, instándolos a desligar sus operaciones militares de las humanitarias.
El ataque, ocurrido en la zona de Deir al Balá en el centro de la Franja de Gaza, ha suscitado preocupación internacional y ha llevado a la ONG a suspender sus operaciones en el enclave. Los trabajadores de WCK estaban en una misión humanitaria en colaboración con la ONG Open Arms para establecer un corredor humanitario marítimo entre Chipre y Gaza, buscando sortear las dificultades impuestas por Israel para la entrega de ayuda por vía terrestre.